jueves, 10 de febrero de 2011

"Catálogo de Esculturas"

La dualidad del ser humano está instalada en nuestros cerebros desde tiempos remotos. Lo bueno y lo malo, lo masculino y femenino confluyen en un mismo ser.

Es imposible separar el uno del otro, es parte de la vida en sí. Los códigos morales existen en toda sociedad humana y son los que revelan los valores buenos y malos de las acciones, lo que se puede hacer o está prohibido.

Las contradicciones son inherentes al ser humano, es bueno que existan en la medida que son el eje de los cambios.


Cuando ambos polos están totalmente contrapuestos, uno anula al otro constituyen las paradojas, esos dos conceptos no pueden coexistir lógicamente en una misma persona.

Solo el ser humano es capaz de percibir el bien y el mal, de elegir, de decidir…porque en cada hombre y en cada mujer hay algo “más” que no se ve a simple vista. Ese “más” es precisamente lo que nos humaniza. Si la libertad humana fuera solo elección pura sin que experimentara la inclinación de elegir el bien y evitar el mal, acabaría siendo una cadena que nos ahogaría. Es la vista del bien que perciben nuestros ojos interiores y el deseo de realizarlo, lo que nos mueve a mirar hacia arriba y nos despega del barro sin que dejemos por ello de ser…un poco tierra. ¡Extraña y real paradoja! Abiertos al Absoluto dentro de un poco de polvo.

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